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“El encuentro entre Rosa Bonheur y Buffalo Bill, dos seres amantes de la libertad, provocó un cortocircuito en mi mente”.

“El encuentro entre Rosa Bonheur y Buffalo Bill, dos seres amantes de la libertad, provocó un cortocircuito en mi mente”.

Siempre he disfrutado viendo las pinturas de Rosa Bonheur entre las paredes del Museo de Orsay. Me resultan familiares y he mantenido con ellas una relación distante y cortés desde hace mucho tiempo. Lo que moderó mi entusiasmo fue que me parecían limitarse a la representación de ganado inmutable en la Francia eterna.

También conocía un poco la vida de Rosa Bonheur, su personalidad, sus amores y amistades. Y no pude conectar los animales representados con la audacia de Rosa. Al menos no de forma duradera y sincera. La mujer y la artista, por lo tanto, caminaban juntas, sin tomarse de la mano.

Por mucho que lo intenté con todos los animales de la creación, nada funcionó. Ni sus leones, ni sus ciervos, ni sus ovejas, ni sus gatos me conmovieron. Solo la mirada de su pequeño zorro estuvo cerca de domarme.

Pero solo necesité descubrir la conexión del artista con Buffalo Bill para que todo volviera a la realidad. Natacha Henry, en el libro que dedicó a su "admirable amistad" (Robert Laffont, 2019), cuenta cómo el famoso pintor francés y el hombre del Salvaje Oeste que diezmó a tantas criaturas, William Cody, su verdadero nombre, se conocieron en 1889. Se hicieron amigos. Compartieron su pasión por los animales. Ella pintó a los animales que habían cruzado el Atlántico con él para su Espectáculo del Salvaje Oeste . También pintó su retrato.

Cortocircuito

Una vez que terminé de leer, los bueyes de la vieja Europa comenzaron a comunicarse con los bisontes del Nuevo Mundo. La pintura de Rosa Bonheur tomó entonces una tangente, liberándose de la historia milenaria del yugo, la hombrera y otras celebridades de los libros de historia antiguos. Emergió de las redes de los campos léxicos ad hoc a los que sus temas parecían asignados: los de lo bucólico (pastoral rudo, rural, égloga, pasto, canto de pájaros); los del bosque (claro, ciervo, caza, cazador furtivo, bramido); los del arado y la cría (comice, aparcero, tierra, reja de arado, pasto, ubre, arado, arado).

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Le Monde

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